Semana 17, mi aportación a REC.
Imagen tomada de Internet |
El armario donde acababa de encerrar a su muñeca se
tornó borroso, no podía recordar el tiempo transcurrido, pero su cara mojada y
el estado de su ropa hablaban de unas cuantas horas. Seguramente las mismas que
llevaba sola. Tuvo esa reacción infantil que tantas veces él le había
reprochado. Consciente, secó sus lágrimas y acercándose al armario suplicó perdón. Como nadie la escuchaba, abrió la puerta, la sacó y la quemó. Se acabó, nunca más volvería a mirar
esa cara boba. Y quemó el último retazo de recuerdo, las últimas
palabras pronunciadas, todas las fotos y hasta las caricias negadas.
© Yashira 2017
Qué triste final para una niña solitaria. Hay que ver cómo las muñecss son en ocasiones causa de dolor. Me ha gustado mucho
ResponderEliminarGracias Asun por pasar y comentar. Lo cierto es que esta niña ya creció. El abandono no lo causa la muñeca, ella más bien sufre las reacciones de alguien frustrado.
EliminarBuen intento, Yashira. Transmite tristeza, nostalgia y dolor con buenas letras.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias Rafa, generoso comentario, como siempre.
EliminarAbrazos.