Me leen...

lunes, 20 de febrero de 2017

Teleoperador en celo




Semana 19 de REC.

Imagen relacionada
Imagen tomada de Internet

En el lugar más recóndito de la isla te encontré, buscaba otras cosas, agua, comida, eso que, cuando aterrizas en una isla desierta se convierte en esencial, a ti nunca te habría buscado. Si sería difícil explicar cómo llegué hasta aquí, no quiero ni imaginar cómo llegaste tú, y ya en este punto sólo hay algo a lo que todavía doy vueltas, qué sentido tiene en una isla desierta, sin cobertura, tu insistencia en el nuevo plan. 
© Yashira  2017


martes, 14 de febrero de 2017

Malformación



Semana 18 de REC.

Resultado de imagen de ecografía malformación
Imagen tomada de Internet

Debo decidir con inminencia. El anuncio llegó tornando la ilusión en desazón. Me dicen que no lo dilate más o será irreversible. Me piden que haga de dios, que sentencie si vives o mueres, argumentan que serás un fatigoso lastre, pero ¿de verdad creen que tu desaparición no pesará? Mi vida ya se ha transformado desde que recibí la noticia. Ahora la elección es entre sobrevivir en la desesperación o malvivir en la agonía.
© Yashira  2017


lunes, 6 de febrero de 2017

Abandono


Semana 17, mi aportación a REC.

Imagen tomada de Internet


El armario donde acababa de encerrar a su muñeca se tornó borroso, no podía recordar el tiempo transcurrido, pero su cara mojada y el estado de su ropa hablaban de unas cuantas horas. Seguramente las mismas que llevaba sola. Tuvo esa reacción infantil que tantas veces él le había reprochado. Consciente, secó sus lágrimas y acercándose al armario suplicó perdón. Como nadie la escuchaba, abrió la puerta, la sacó y la quemó. Se acabó, nunca más volvería a mirar esa cara boba. Y quemó el último retazo de recuerdo, las últimas palabras pronunciadas, todas las fotos y hasta las caricias negadas.

© Yashira  2017



viernes, 3 de febrero de 2017

Paralelismos


Para los Viernes Creativos de Ana Vidal.


rosa-martinez
Rosa Martínez


La vida no es fácil, mucho trabajo, poco tiempo para terminar las tareas y casi ninguno para disfrutar. La nuestra es muy parecida a la vuestra, pensaréis que qué tonterías dice esta muñeca, pero si lo razonáis un poquito veréis que tengo razón. Entre actuación y actuación permanecemos encerrados en un cajón oscuro. El tiempo de encierro es como si no existiera, apretujados unos a otros, sin poder movernos, ni ver nada. Llega el momento de salir a escena, ahí podemos relacionarnos y aunque estamos trabajando, disfrutamos, nos gusta lo que hacemos. Después llega el rato de asueto, sí, ese en el que se olvidan por unos minutos, si hay suerte llegan a ser horas, de nosotros; ahí es donde entra nuestra diversión de verdad, podemos movernos, charlamos y nos divierte mucho mirar a nuestro alrededor observando qué hacen los demás. Esto, observar, es lo que me ha llevado a la conclusión de lo parecidos que somos a vosotros. Pensadlo, veréis como no es tan descabellado ¿O no te alegras cuando tu jefe no te tiene en el punto de mira? ¿O tu mujer, marido, padre o profesor? A todos nos viene bien que nos dejen un buen rato en paz ¿O no?
© Yashira  2017





miércoles, 1 de febrero de 2017

Ángel de mi guarda, dulce compañía.


Mi aportación para ENTC (ENERO-FEBRERO: PERROS Y GATOS)


Resultado de imagen de Galgo Angel de la guarda
Imagen tomada de Internet

Hace años vivía en nuestro barrio una familia muy conocida y temida, se contaban historias escalofriantes que presuntamente habían protagonizado.

Aquella tarde de junio, camino del instituto, vi venir un chico en bicicleta, inquieta descubrí que era uno de ellos, miré a mi alrededor, nadie a aquella hora transitaba por allí. Valoré la situación: correr no serviría, ni gritar tampoco. La ansiedad se había apoderado de mí cuando unos ojos negros se posaron en los míos, alto y enjuto se posicionó a mi lado; el joven malhechor nos alcanzó, me miró, le miró, y un seco gruñido salió de su belfo amenazadoramente levantado. Aquel granuja, sopesando que no merecía la pena arriesgarse a una dentellada, retomó su camino; él permaneció pegado a mí hasta que el ciclista desapareció. De nuevo aquella cálida mirada y cuando quise reaccionar ya no estaba. Ni le vi llegar, ni le vi marchar. 


Durante semanas lo busqué para darle comida y cobijo. Nunca lo hallé.

Hoy mi hijo se suelta y corre hacia la carretera, escucho un sonoro frenazo, grito angustiada, corro y descubro al niño bajo aquel conocido, delgado y peludo cuerpo, sus cálidos ojos se posan en los míos. 

© Yashira  2017