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viernes, 26 de febrero de 2021

La peor pesadilla

 

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Hasta ese día había compartido, junto a mi hermano, la habitación de mis padres, pero decidieron pasarme a una propia porque en mitad de la noche me despertaba llorando. 

Y es que, en la madrugada, cuando todo era silencio y oscuridad, comenzaban a llegar, me rodeaban, no hablaban, pero sentía sus súplicas en mi interior. El miedo, poco a poco, se iba apoderando de mí y, antes de que me inmovilizara, me cubría con las mantas. Era en ese momento, bajo las cálidas y no tan protectoras mantas, cuando aquellos seres se desdibujaban, iban alargándose, como retorciéndose y percibía su desesperación al ver que no tenía intención de ayudarles ¿Qué podía hacer? Con cuatro años qué recursos tiene una niña para resolver algo tan complejo y terrible. Aquellos seres insistían, seguían implorantes y desdibujados hasta que, en un alarde de valentía, salía de la cama, de la habitación y trataba de refugiarme en la habitación de mis padres, pero no, la habitación era un área prohibida y pasaba el resto de la noche sentada en el suelo, llorando, apoyada en la puerta. 

Lo más terrible no eran aquellas caras, lo más terrible era la inmensa necesidad de unos brazos que me abrazaran, de una voz que me dijera que no pasaba nada, que todo estaba bien. Mi peor pesadilla era la soledad. 

© Yashira  2021