Imagen tomada de Internet |
La pequeña se acercaba cada noche e intentaba entablar conversación, reconozco que al principio la rehuía y sé que eso no estaba bien, ella necesitaba comunicarse. Vencí mi reticencia y acepté su compañía, comencé a acostumbrarme a sus risas y a los rizos que caían por su mejilla. Desde entonces han pasado más de 20 años, ella sigue viniendo a visitarme aunque más de tarde en tarde. Y nuestras conversaciones cada vez son más cortas. Intuyo que sabe que se acerca el momento en que compartamos morada.
© Yashira 2016