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viernes, 5 de mayo de 2017

Ex Director de Colección

Viernes Creativo.

cabezas muñecos Elena Casero 2
Imagen de Elena Casero Viana


En el mapa no aparecía, y el GPS quedó en stand by al intentar incluir datos inexistentes ¿Cómo encontrar un lugar sin nombre? 
Decidí seguir al navegador que nunca falla, mi intuición. Bajé del coche, senté en el suelo y cerrando los ojos relajé mente, corazón y espíritu. La imagen no tardó en aparecer nítida en mi interior, como embudo me engulló y el torbellino de emociones se desencadenó hasta tal extremo que entré en apnea sin percatarme. Fue el sobresalto antes del desmayo lo que me hizo reaccionar volviendo a la realidad, ahora todo estaba resuelto, solo debía subir al vehículo y seguir las coordenadas de mi instinto. Así lo hice. Escasamente una hora después, tras derrapar, cruzar un pequeño arroyo y quedar casi atascado en medio de la nada, ahí estaba, mi destino dibujado en el horizonte. Resultó más sombrío de lo que recordaba, aquellos muñecos abofetearon mi memoria, regresé al internado y a las largas tardes atados a la valla por negarnos a comer ese caldo oscuro que llamaban puchero ¿Cuánto tiempo había pasado?

La misión encomendada era precisa, hubiera resultado fácil llevarla a cabo y marchar, pero las cosas no son lo que parecen ¿Cuántos muñecos había? ¿Ocho? ¿Nueve? Traté de serenarme, centrar la atención en el objetivo y marchar antes del anochecer.

Desde el otro lado del teléfono la voz del antiguo Director había sonado insistente, repetía que no debía abrir la maleta, sólo encontrarla y traerla ¿sencillo no? Pero llegados a este punto me doy cuenta que la sencillez tampoco es lo que parece, no indicó dónde buscarla, ni cómo era, tan sólo dijo que podía estar enterrada ¿Enterrada? 
De nuevo serían los impulsos de mi intuición los que guiarían mis pasos. Esta vez no hizo falta sentarme, la angustia que iba llenando mi estómago azuzó la percepción, entré con los ojos cerrados, si los abría, si miraba aquellas paredes, aquellos muebles, probablemente nunca la encontraría. Algo lastimó mi pie, tuve que mirar y recogí lo que parecía el palo de una azada. Hurgué con él, ahí debía buscar, lo sabía, con cuidado fui apartando restos de losas, tierra y piedras hasta llegar a ella, al moverla los huesos se desparramaron, el tiempo y la humedad habían resquebrajado su estructura. Antes del golpe seco que hizo crujir mi cabeza, un instante de lucidez: nunca saldría de allí. 
© Yashira  2017


cabezas muñecos Elena Casero
Imagen de Elena Casero Viana