El tribunal apreció cierta rigidez en su mirada que achacó a la tensión del momento, la testigo, angustiada, relataba la sucesión de hechos que nos habían llevado hasta allí. Tras su narración se dio paso al siguiente declarante, la mirada del acusado ahora más relajada, parecía sonreír. Nadie intentó confirmar la anterior historia, la única que podría haberlo condenado, las demás estaban controladas, todos tenían en sus maletines las pruebas de su inocencia, una suculenta suma que garantizaba su inminente puesta en libertad.
© Yashira 2013