Mi cuerpo rememoró otros
momentos en los que fue el mar el protagonista: grandes olas espumosas galopando rabiosas hacia la orilla y mi cuerpo desnudo pegado al tuyo.
Abrazados como enredaderas que nadie podría desatar. Fue un tiempo de
primavera, de alegría silvestre creciendo en la arena. Como tallos surgían
nuestros cuerpos, nuestras piernas; y enlazados recorríamos mundos salados
llenos de amapolas azules como la hierba. Todo tenía el tinte de tu mirada, el
cielo, el mar, las plantas, un mundo coloreado de añil recorría mis venas. Y jugando
con la espuma fuimos deshaciéndonos, diluyéndonos hasta sólo quedar sempiterno,
clavado en mi alma, el color que nunca podré olvidar y encuentro en cada
rincón, en cada nueva esquina, en los escaparates o en la redonda cara de
cualquier niño de mirada clara.
Hoy, con mi kayak atravieso selvas, montes, lunas. He decidido encontrarte, cueste lo que cueste mi viaje.El horizonte dibuja la línea de mi futuro, azul, tan azul como el pigmento nacarado de los ojos que me embrujaron.