De niño mi abuelo me contó que una cámara inmortaliza la
parte de ti que menos te gusta y se queda ahí para siempre, ya no puede crecer,
el tiempo no pasa por ella. Mi nieta, a la que por tradición también conté la
historia, decidió fotografiarse junto a los restos que de mi quedaron tras el
incendio. Mirándolo bien me gusta, creo que siempre estuve equivocado,
inmortalizaron la mejor parte de mí que además no necesita crecer: Mi sonrisa.
© Yashira 2015
Que bueno, tan ingeniosa como siempre en tus relatos, enhorabuena yashira.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Geus, siempre tan generoso en tu comentario. Saludos.
EliminarHola, me parece que tu abuelo se equivoco al pensar así, claro que no hay que hacerme caso porque a mí me encanta la fotografía, y si que en ciertos momentos recoges lo mejor de todo, y la sonrisa un mundo aparte.
ResponderEliminarYo se que si no hubiese fotografías no hubiese podido enseñarle a mis nietos el rostro de mi madre, y seguro que cuando lo hice a ellos les gusto, y a mi mas. Me ha gustado mucho encontrar tu blog, con tu permiso me doy un paseíto a leer más cosas. Un abrazo.
Hola Lola, gracias por tu comentario y claro que puedes pasear por aquí cuanto desees.
EliminarTambién adoro la fotografía así que estoy de acuerdo en que ese abuelo andaba equivocado, no era mi abuelo, no, jaja es sólo ficción.
Un abrazo.