Ayer, sin ir más lejos, vino el
tiburón con su mal humor, nos empujó. Le grité y más se enfadó.
Me acerqué a su oído y le pedí
perdón por el grito. Le dije que sin querer había hecho daño a algunos amigos
que esperaban para saludarle y darle los buenos día. Nos miró
perplejo, se quedó quieto y sonrió. ¿Os dais cuenta? ¡Sonrió!. Nuestro amigo
hoy ha llegado tranquilo y con buen humor.
Hasta los tiburones tienen su
corazoncito blandito, blandito.
© Yashira 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario. Me alegra saber que pasaste por aquí.