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Ilustración de Pejac |
Rosa jugaba en el patio mientras Juan, más temeroso, sólo la seguía a cierta distancia, ella con su particular curiosidad pretendía averiguar cómo se las ingeniaban las hormigas cuando algo interrumpía el transcurso de su letanía, siempre en fila, milimétricamente separadas una de otra hasta llegar al lago, ese pequeño charco que ella había ideado y, para ello, obligado al niño a orinar justo ahí. Eran mis hijos, hoy tendrían 20 y 18 años, pero nunca los cumplieron porque alguien entró aquel día y se los llevó, les encontraron meses después enterrados en un pequeño zulo, tan pequeño como este ascensor en el que me veo atrapado y donde hoy me ahoga la angustia de no recordar sus caras, apenas unas sombras al
atardecer que se quedaron grabadas en mi estrecha memoria de un metro cuadrado.
© Yashira 2015
Para los Viernes creativos del Bic naranja.