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Me siento a escribir junto a la luz de la lámpara, algo se
oscurece, no detecto qué es. Pienso en preparar una tacita de té. Al entrar a la
cocina se oculta rápido tras la
encimera. Me fijo bien, no hay nada. Esta noche la tormenta me juega malas pasadas. Disfruto al tacto del calor de la taza,
siento cómo va calmando el frío y tranquilizando mi espíritu, nada como un té
caliente para levantar el ánimo. De nuevo sentada frente al papel, comienza el
espectáculo: Una hoja en blanco, un bolígrafo medio gastado y mis dedos que no
llegan ni a tocarlo. Ante mis ojos esa mancha oscura levanta el papel, lo gira
y lo dobla, atónita miro hipnotizada, suena una música suave que no sé de dónde
viene porque cuando voy a escribir me gusta que haya absoluto silencio, pero
claro, esta vez no soy yo quien escribe, es él, el bolígrafo comienza a bailar
al ritmo sobre el papel. En medio de las filigranas un corazón, en el corazón
una flecha.
Asustada me pongo en pie al tiempo que un trueno suena
retumbando en los cristales, se va la luz y son los relámpagos los que crean
fantasmagóricas imágenes. Las sombras ya no se ven, se sienten. Rodeada de
ellas soy una más, me rozan y grito. Estoy sola, sé que estoy sola en la casa,
me repito continuamente. Cuando ya el miedo está a punto de traspasar mi corazón,
vuelve la luz, frente al espejo alcanzo a ver mi imagen ensangrentada. Me toco,
me miro, no hay nada. Todo está como estaba, el papel en blanco, el bolígrafo
sobre él y el silencio. Ese rotundo silencio que queda cuando la tormenta se
acaba.
© Yashira 2013
Inquietante, Yashira.
ResponderEliminarImaginación o realidad, lo cierto es que has creado un relato gótico que mantiene el interés y deja la pregunta de si fue eso: imaginación o realidad, y es que todo es posible en una noche de tormenta o en un apagón de luz.
La frase final me parece perfecta y muy lírica.
Un abrazo.
Gracias Isabel, por pasar y por comentar, sé que tu tiempo es valioso. Todo es imaginación, nada de realidad, pero a veces ésta es tan poderosa que supera lo real.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado. Me he metido de lleno en la historia, hasta que se hizo la luz... y otra vez volvió a ver la hoja en blanco.
ResponderEliminarBesos
Me alegra mucho Henry que te haya gustado. Y sobre todo me alegra verte por aquí.
EliminarUn abrazo.
Yashira, uff por fin acabó la pesadilla o la realidad. ¡Madre mía! Como has sido capaz de meterme en la acción, en la escena y al final me quedo como el personaje, quieto sin saber qué. Pero, qué más da.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Besos.
Un placer Nicolás que hayas entrado en la escena. La imaginación a veces juega malas pasadas, sobre todo si el escenario lo permite.
EliminarBesos.
Qué pesadilla, Yashira. ¿O tal vez no?
ResponderEliminarEstoy hecho un lío. Mejor que pasara la tormenta.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Uy Mos, jaja, siento tu lío, la tormenta pasó y con ella se llevó los restos que quedaran de pesadilla.
EliminarUn abrazo también para ti.
Un micro perturbador, Yashira; que nos demuestra tu oficio a la hora de escribir, dado que no es fácil crear y sostener esta atmósfera.
ResponderEliminarMis aplausos.
Un abrazo,
Gracias Pedro, me halaga que digas eso, no sé si tengo mucho oficio, pero si sé que pongo ganas.
EliminarUn abrazo.
Humm, un relato que hace pensar sobre la soledad, el silencio, la falta de amor o su sustitución por la escritura y los fantasmas que rodean a las personas. Lo dicho, un relato reflexivo interesante.
ResponderEliminarGracias Javier por pasar por aquí, puede que haya un poco de todo eso o simplemente sea la imaginación, que ante la tormenta, comienza a volar a su propio ritmo.
EliminarGracias Marylin, me daré un paseito por tu primavera.
ResponderEliminarSaludos.